Wednesday, June 27, 2007

El problema es que no me gusta lastimarme los oídos con los audífonos. O tal vez soy muy quisquillosa, sin embargo, lo único que quiero es tansportarme de un lugar a otro prudente y modestamente, no autodestruirme por la ansiedad en el trayecto de un lugar a otro: he ahí mi desición de no usar un reproductor portátil mientras viajo en el transporte público.
Por otro lado, tengo que confesarles algo acerca del metro... it is a fat tangerine bitch. Le temo horriblemente. Me ha dejado un poco claustrofóbica. He aquí el testimonio de ello: varias veces ha sucedido que el metro se queda parado a mitad del túnel y depronto las luces se apagan. Es entonces cuando mi viaje deja de ser una experiencia jocosa; me tiemblan y sudan las manos, y tengo la terrible sensación de estar enterrada viva. He estado al borde de la locura. Cabe decir que tampoco soporto mucho tiempo ir en un elevador y por eso prefiero usar las escaleras. Por suerte nunca he tenido que subir al décimo piso de la biblioteca central. Además hay que considerar la repugnancia que se vuelve viajar en el transporte público: alientos, axilas, partes pudendas; cuerpos enteros malolientes. Y no nos olvidemos de los inevitables, y a veces indiscretos, apretones y empujones.
En fin, es insoportable andar en esos ajetreos. Estoy completamente dispuesta a cambiar todo ese encanto por los demenciales embotellamientos citadinos. No me importa, se los juro. Denme las llaves de un auto y seré la más dichosa. Seré una buena conductora, tan mansa como una anciana; honraré mis trayectos con buena música, usaré aromatizante de pino. Y si es mucho pedir, denme una maldita bicicleta, que estoy desesperada.

Monday, June 25, 2007

Generalmente las cumbias proveen a mis viajes en microbús un toque tropical y nauseabundo. Hoy no fue la excepción. Me subí a un camión para llegar a mi casa. Estaba cansada. Me senté y esperé a que el micro saliera de la base. No habíamos avanzado ni 5 metros cuando el chofer encendió el radio de la unidad, era un disco con una antología de cumbias. Iba por avenida Universidad y la cumbia de la paloma estaba a todo volumen. Al principio me dio risa, recordé los días en la secundaria cuando me pitorreaba de esa canción. Pero el gusto me duró poco, a la altura del metro Zapata, yo ya estaba harta, harta, harta. Comencé a deprimirme cuando pusieron una cumbia hecha de sampleos que decían: "pónganle al niño Jorge", una y otra vez. Me sentí pobre y corriente. Al lado del microbús en el que iba estaba un coche, uno nuevo, y lo manejaba una tipa rubia y bonita. Y yo me meneaba al son de "No te metas con mi CuCu" y las maniobras cafres del microbusero. Fui la más desdichada, casi me pongo a llorar.
Yo sé que no me merezco esto. Dios, ¡¡¿¿por qué??!! Ya no quiero soportar las cumbias del microbus, ni el reggaeton, ni la salsa, ni el pasito duranguense, ni mix 106.5; no quiero escuchar Take on me una vez más. NNNNNOOOOO!!!!! Tengo que aprender a manejar antes de que le pique los ojos a un chofer. Yo pensé que el microbus era un paliativo al horrible metro pero ya veo que no.

Saturday, June 02, 2007

Ayer fue el último día del semestre. En la mañana estuve muy estresada y cansada. Me dí cuenta que salí de mi casa con sólo una redonda moneda de 10 pesos, así que no pude desayunar. Me tuve que aguantar el hambre hasta las 4 de la tarde. Para esa hora estaba harta, harta, harta. Irritable. Estaba dispuesta a morder la mano que me alimenta.
Después de ir a comer, me puse muy feliz. La vida volvió a mí a través de el taco más rico que he saboreado en toda mí humilde existencia. Yum, Yum.
Hoy en la mañana me desperté lagañosa y entumecida. Pero fue el despertar más rico que he tenido jamás. "PRUEBA SUPERADA" me dije a mí misma. Me esperan unas laaaargas vacaciones.
Phew!